Bitácora de despedidas

¡EPA! ¡No se asusten! Hay Bitácora para rato todavía, el título es un poco engañoso nomás…

Nos arriesgamos a decir que a la mayoría de la gente no le gustan las despedidas. Y nosotros no somos la excepeción.

Es un tema raro para la Bitácora, es cierto, pero se debe a que en estos meses hemos tenido que despedir a unos cuantos amigos. Cuando uno emigra conoce a muchos migrantes y los transforma en su familia. Esa pequeña palabra esconde mucho más que lo que la RAE dice de ella: 2. adj. Dicho de una persona: Que se traslada de su propio país a otro, generalmente con el fin de trabajar en él de manera estable o temporal.

De todas formas, casi todo (ojo con ese «casi») tiene su lado positivo, aunque en algunas cosas cueste más encontrarlo que en otras. A continuación haremos un intento por desvelar la cara simpática de las despedidas. No estamos seguros de si llegaremos a buen puerto, (hay que ser honestos) pero nos gustan los desafíos. Como siempre, si no están de acuerdo o si se les ocurre alguna más, sólo dejen el comentario y lo conversamos.

Bueno, suficiente introducción, ¡adelante mis valientes!

1. La partuza

El que alguien se vaya es una excelente excusa para armar una reunión, y para «tirar la chancleta» sin ningún remordimiento. No hay resaca más justificada que la post-fiesta-de-despedida. Porque incluso uno puede disfrazar la resaca de tristeza y si alguien le pregunta al día siguiente por qué tiene semejante cara, se puede responder elegantemente: «un amigo se va lejos». No hay reproche que valga.

Estas fiestas muchas veces concuerdan en su estructura. Al llegar al evento, hay saludos normales, como si nada pasara. Se come mucho, se permite tomar más todavía. Al rato empiezan las anécdotas, las risas, algún chiste repetido. Suele pasar que hay diferentes grupos de amigos del despedido/a y entonces éste tiene que ir repartiéndose porque realmente quiere estar con todos por igual, y en cada subgrupo le convidan algo de tomar. Está el estadío de las charlas sobre las expectativas que hay sobre el futuro destino. A veces hay que explicar las razones de la partida.

A cierta altura, todo comienza a ponerse un poco borroso, mientras algunos van cayendo en los brazos de Morfeo (o de quien esté cerca para sostenerlo). Es cuando empiezan los abrazos sentidos, los buenos deseos, los encargos («cuando llegues me mandás un jamón crudo por correo, ¿ok?»). Es la parte de la despedida en sí, la que le da el nombre a la fiesta…

Y todo vale la pena, ya lo dijimos arriba: la resaca de las despedidas siempre está justificada.

2. La expansión de horizontes «turísticos»

El segundo paliativo a la melancolía es el futuro. No nos pueden negar que, salvo la mala pata de que el «despedido» se vaya a la Antártida o a un país muy conflictivo, no piensan en ir a visitarlo a la mínima oportunidad que puedan.

Pero cuidado, no confundamos visitar al amigo que se fue lejos con «ahorremos en alojamiento», no señor. Si uno va a Puerto Rico (¡hola Nahomi!), a Colombia (¡qué tal Dolo y Joaco, Melisa y Camilo!), o a Nueva York (¡hello Josean!) no está esperando que lo hospeden en su casa. No, no y no, uno va a esos lugares porque realmente tiene ganas de verlos, y porque tiene ganas de conocer sus ciudades bajo su tutela. ¿Se entendió?

Va a ser lindo conocer Miami o alguna otra ciudad de EEUU junto a los Cu-Chis… Y qué interesante sería poder pasear por Londres con Josep, o con María por…, estemm,… ¿por dónde María?

Puffff… ¡Sí que es grande el mundo! ¿Podremos visitarlos a todos alguna vez? ¡Nosotros creemos que sí!

P.D.: No se nos ofendan los amigos que se fueron a Argentina (Caro, Leti, Anita, Seba, Ivo y Maca) por no aparecer mencionados en el párrafo de «destinos exóticos». Es que, por obvios motivos, la Argentina no nos resulta taaaaan extraña, ja. De todos modos, los recordamos con mucho cariño y esperamos verlos por allá (¡o por acá!).

3. La expansión de horizontes «culturales»

Esta faceta positiva es un poco resultado de la anterior, es casi el objetivo de nuestra querida Bitácora. Cuando un amigo se va nos quedan los magníficos medios de comunicación para cada tanto hablar y saber cómo está.

Gracias a esas conversaciones, a veces demasiado esporádicas,  podemos aprender sobre su nueva vida, sobre la forma en que la gente vive en su nuevo hogar. En fin: sobre su nueva realidad. Y esto, si uno es un poco curioso, le hace ver cuántas formas diferentes hay de hacer lo mismo. Le hace pensar y comparar.

Hay millones de realidades ahí fuera, y tener un corresponsal en algunas de ellas puede ser realmente muy interesante.

4. La partuza reloaded

Y si las fiestas de despedida son interesantes, con esa mezcla de tristeza y alegría, ¡qué nos queda para las fiestas de reencuentro!

En este caso podríamos decir que la estructura es exactamente opuesta (ya verán por qué) pero antes una característica fundamental: no hay UNA fiesta de reencuentro, hay tantas como grupos de amigos y familia se tengan. Es como una gran fiesta dispersa en el tiempo. Esto puede ser duro para el agasajado, pero hasta ahora no hemos escuchado a nadie quejarse demasiado.

Volviendo a la estructura, resulta que las fiestas de reencuentro empiezan con el «reencontrado» cansado, ya sea por la fiesta anterior, o porque tuvo un largo viaje, y con los abrazos profundos. Muchas sonrisas, mucho sentimiento «raro», que se va dispersando en el ambiente a medida que pasa el tiempo y las conversaciones. Y llega el punto en el que ya se está de regreso, y las charlas son las mismas que antes de haberse ido, como si nada hubiera pasado. Bueno, no hay que exagerar, las charlas pueden cambiar radicalmente si alguno, por ejemplo, tuvo hijos, pero de todas formas hubieran cambiado si se hubiera estado ahí, ¿no?. finalmente, saludos como si nada hubiera pasado y a dormir. (¿Vieron? ¡La estructura de la fiesta de reencuentro es casi inversa a la de las de despedida!)

¿Y la resaca? Pues sí señores, también está justificada, pero es más difícil de sobrellevar con elegancia.

Bueno, la verdad es que con esto nos hemos convencido un poco más a nosotros mismos de que las despedidas no son tan malas.

Ahora que terminamos, vemos que tal vez era algo que necesitábamos hacer, ha sido una semana dura y necesitábamos una catarsis, y parece que sirvió. Perdón por el egoísmo, pero no nos dimos cuenta hasta ahora, y la verdad que no tiene mucho sentido borrarlo a esta altura, jaja. Tal vez a ustedes les sirva también cuando alguien que quieren se aleje por un tiempo…

En fin, pronto volverán las aventuras. Veremos qué nos depara el Agosto barcelonés.

Un abrazo enorme, y muchísimas gracias por estar ahí.

4 comentarios el “Bitácora de despedidas

  1. Juan Pablo dice:

    Estimados, Hablaron de fiesta y me acorde de algo que alguna vez leí que sería bueno compartir. ¿Por que festejamos? ¿que celebramos? ¿No sera a caso un escape a no estar solos un simple placebo ante la finitud del ser hombre?
    Podría alguien festejar si como Jean Paul Sartre estaría de acuerdo que es un absurdo que nazcamos…, que todo nuestro ser es algo que haría mejor no ser» Evidentemente, no podría, si seriamente creyese tal cosa, celebrar cosa alguna, ni nacimiento, ni cumpleaños, ni despedidas, ni nada, SALVO ARTIFICIALMENTE. ¿Por que celebrar entonces? «Por que es renovar… , por motivos especiales y de modo extraordinario, el si que damos implícitamente a la existencia de nuestros días» Josef Pieper.
    Saludos
    JPP

  2. Macarena Villanueva dice:

    Gracias por el recuerdo!!!!! también los recordamos con muchísimo cariño!!!! Les mandamos un beso gigante a los dos!!!!!! Maca e Ivo!!!

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