Popurrí de Viajes Comunitarios – 2da parte

Déjennos quejarnos un poquito… ¡La puta! ¡Qué rápido que se viene pasando este año! No es la primera vez que nos quejamos de eso, y ya en algún momento explicamos que no lo consideramos como algo negativo (al principio de la Bitácora Nº12 lo detallamos mejor).

En fin, la última vez que escribimos lo dejamos con las ganas respecto a dos viajecitos comunitarios invernales, así que la misión de hoy es saldar la deuda, y dejarlos con las ganas de uno nuevo que hicimos hace poco, jejejeeee. Es que no queremos que nos dejen de leer, entonces estamos optando por la estrategia «telenovela venezolana».

Manos a las teclas entonces, denle al «más…», imaginen que es invierno y sigan leyendo.

Enero 2012: La España profunda, País Vasco y Navarra

(Para ahorrar, y situarnos mejor, copiamos y pegamos la introducción de la Bitácora pasada).

Las fiestas de fin de año son épocas bien complicadas pa’los que estamos lejos. Durante esos días se alcanzan los picos de extrañitis y para colmo el clima invernal no es de mucha ayuda… Pero hasta en eso tenemos suerte nosotros: el año pasado pudimos viajar y disfrutar de la familia, y este año la familia pudo viajar para acá.

Madrid fue el punto de reunión: ahí llegaron los padres de Lau (desde Argentina), la hermana desde Venezuela, y nosotros desde acá. Los anfitriones para la navidad fueron la otra hermana de Lau y su novio. Además de Madrid, con todos ellos visitamos (alquiler de autos mediante) Segovia y País Vasco (llegando hasta Barcelona), y para lograrlo atravesamos media España.

Nos gustó como quedó el mapita la otra vez, así que acá va el recorrido de este viaje:

Fueron unos 1100Km, sin contar las vueltas que dimos cuando anduvimos perdidos, que fueron unas cuantas.

En este viaje el Jor se auto-diagnosticó un «problemita» con el tema del alquiler de autos. Habíamos pedido uno para 7 personas, que suelen ser autos grandes, pero igual estábamos medio preocupados porque no sabíamos bien dónde joraca íbamos a meter todo el equipaje. Parece una tontería, pero eran muchos kilómetros como para hacerlos incómodos, y la siguiente opción era mucho más cara. Ajustamos la cantidad de cosas al máximo, nos pusimos a dieta, prendimos una vela y fuimos a buscarlo a la agencia.

Después del «buen día» que nos dijo el empleado, lo siguiente fue un «disculpen». «Ups», pensamos, se confundieron y nos van a dar un Fiat 600. Pues no, después del «disculpen» vino un «no tenemos el coche que pidieron, así que les daremos uno un poco más grande». Y procedió a sacar del cajón un llaverito plástico con el conocido símbolo de la estrella de tres afiladas puntas: una combi Mercedes Benz, para 9 pasajeros. «¡Qué bueno!» pensó el Jor e inmediatamente después se le subieron los huevos a la garganta porque cayó en la cuenta de que eso es un bicho más bien grandote… Sus sospechas se confirmaron cuando la vió. «¿Y esto como se maneja?», le preguntó a la Lau.

Pues, se manejaba de lo más fácil, increíblemente «dócil» la porquería esa, y nos solucionó definitivamente el problema de la comodidad.

Partimos desde Madrid con intenciones de comer las famosas morcillas de Burgos, pero, si ven el mapa observarán que le pasamos bastante lejos a las morcillas. Un pequeño desvío producto de nuestro primer pifie rutísitico. En su lugar comimos en Soria, donde nos sentimos estafados porque el menú incluía gaseosa y hasta ese momento no sabíamos que esa palabra, por estos lados significa soda. Nosotros pedimos Coca, 7Up y demás, que se llaman técnicamente refrescos. Más allá de ese detalle estaba buena la comida, ja.

Esa zona de España es bastante desértica, y no hay tantos pueblitos como en otros lugares. Pero a falta de pueblitos,  hay una enorme cantidad de generadores eólicos, miles de molinos gigantes produciendo energía renovable. Al Jor le gustan esas cosas, por cierto.

El verde apareció cuando salimos de unas pintorescas sierras y atravesamos el valle de La Rioja, que es una zona vitivinícola muy importante. Muchísimos viñedos y edificios que seguramente eran bodegas. Parecido a Mendoza.

Entramos a Bilbao, la capital del País Vasco, cuando atardecía (que conste que el sol se va al sobre bastante temprano), llegamos al hotel muy entrada la noche. Bilbao es un laberinto, con el condimento de estar sobre colinas bastante empinadas. Entrar de noche, sin GPS, es complicado.

Dormimos como unos angelitos, el hotel estaba buenísimo. Recorrimos un poco Bilbao, pero se nos hacía tarde así que rápidamente rajamos para San Sebastián. Llegamos cerca del mediodía y almorzamos muy rico. Sin prisa pero sin pausa encaramos el último, y largo, trayecto de ruta.

Atravesamos la agreste y pirineica Navarra, muy lindos paisajes y rutas. Curvas, curvas y más curvas, incluso de noche. Finalmente salimos al valle, pasamos cerca de Lleida y de ahí todo autopista hasta Barcelona.

Y esa es la descripción «científica» del viaje. Ahora la parte pintoresca: los viajeros.

Teníamos tres filas de asientos: Jor y Lau, adelante, uno manejaba y la otra cebaba mate y colaboraba con los mapas, cada tanto se echaba una siesta. Segunda fila, Raúl y Molly, padres de Lau y los más chistosos y risueños del viaje. Todavía nos estamos preguntando si no le agregaban algo al mate cuando les tocaba a ellos. Fila del fondo: Lu, Inés y Lian, los peques del vehículo, pero nos salieron tranquilitos por suerte. Jugaron con sus iPads, durmieron, y se marearon con las curvas.

Puff… Faltan muchos detalles, ese viaje merece Bitácora aparte, pedimos disculpas por eso. Tengan en cuenta que todo esto ocurrió entre Navidad en Madrid y Año Nuevo en Barcelona, así que queda mucho por contar. Se los debemos.

Febrero 2012: ¡Ski en Andorra!

Hay que admitir que el Jor se estaba poniendo pesado con lo de ir a esquiar (nunca lo había hecho), así que por fin se pudo dar el gusto. La Lau por otro lado andaba medio reacia al asunto porque había tenido una mala experiencia hace algunos años, sin embargo es valiente la petisa, y el Jor muy pesado así que allá fuimos, otra vez a la aventura.

Nos acompañaron/llevaron/enseñaron a esquiar los mismos con los que habíamos ido de camping a Andorra el año pasado: Rosa y Toni.

Llegamos a Andorra, a nuestro departamentito temporal, el viernes por la noche, para aprovechar todo el sábado. Va anécdota del camino hasta allí: estuvimos atorados, en un embotellamiento, mientras pasábamos al lado de un pueblo llamado Berga (sí, por suerte no se escribe con «V»). Claro que agotamos todas posibilidades chistes con doble sentido, y los carteles al lado de la ruta ayudaron a la diversión: «Centro vacacional Berga», «El mejor restaurante de Berga», entre otros, ayudaron a amenizar el rato que duró el atasco.

Llegamos de noche, vimos nieve, pero sólo la que está amontonada al lado del camino. Para el que no está acostumbrado (léase nosotros) es impactante el paisaje que vimos al despertar, el blanco perfecto, inmaculado cubriendo altas y empinadas laderas. Dándoles esa textura suave y algodonada a lo que en verano son ásperas piedras. Precioso. Después vean las fotos.

El lugar adonde estábamos se llama Grandvalira, es un complejo de esquí gigante, en serio, gi-gan-te. Los que saben esquiar se pueden pasar todo el día haciéndolo en pistas diferentes, y eso es mucho, teniendo en cuenta que uno baja a los pedos. Como comprobaríamos luego de subir en un veloz teleférico, encandilarnos con el sol, ponernos los esquís y lanzarnos por la pista para principiantes, muy principiantes.

Primera lección: cómo frenar. Curiosamente las veces que Lau había hecho este deporte, nadie le explicó bien como frenar, y de ahí la mala experiencia que mencionamos al principio. Una vez que entendió como venía la mano se notó que ya se había pegado mucho palos antes. En esquí, caerse, implica experiencia.

A ver, para los que nunca se subieron encima de un par de tablas enceradas, se pararon sobre nieve o hielo, y se tiraron por una pendiente, aclaramos: no hay fricción. O sea, se acelera muy rápido, demasiado rápido.

Para el sábado a la tarde ya nos sentíamos más confiados, era ya casi hora de irse, cuando nos confundimos de aerosilla y nos fuimos más alto en la montaña. Nos cagamos en las patas, pero llegamos vivos al teleférico que nos llevaba a casita. Haber superado eso nos dió aún más confianza, pero igual, el domingo volvimos a la pista fácil.

A continuación, nos dejamos de hablar, y les mostramos dos videitos, bajando despacio y prolijo, nadie se cae, sabiendo que te van a filmar no es fácil tirarte al suelo a propósito:

Después de ese despliegue de destreza ya nos sentíamos con la confianza suficiente para afrontar una pista azul, es decir la que va después de la verde. Desde la aerosilla se veia fácil, amplia, sin curvas raras, «sólo» con un par de bajadas más empinadas que nuestras queridas pistas verdecitas.

En pocas palabras: primera bajada, el Jor se fue de la pista y terminó enterrado en por lo menos un metro y medio de nieve, tuvo que escarbar para encontrar el esquí… La Lau por otro lado hizo su primera inversión inmobiliaria en Andorra y se compró un pino. He aquí la foto de su adquisición.

A todo esto, Rosa hacía sus primeros descensos en snowboard, que definitivamente es más difícil que el esquí, y Toni andaba tirándose por pistas de todos colores cuando sus alumnos se lo permitíamos.

Seguramente volveremos el año que viene, la verdad que nos quedamos con las ganas de aprovechar un poco más la confianza que ganamos. Pero bueno, la temporada de esquí fue muy corta, de hecho, ahora mismo estamos con un clima primaveral muy lindo. Tanto que nos iremos al parque a tomar unos mates ni bien termine con la Bitácora.

Mmm… Se hizo larga esta entrega che… Mejor vamos diciendo chau. Para la próxima habrá más aventuras, más acción y suspenso. También habrá romance, terror, recetas, consejos, filosofía y ciencia ficción. Habrá de todo para que nos sigan leyendo, que a nosotros nos encanta escribirles, y saber de ustedes por los comentarios y los emails. ¿Nos prometen que se van a quedar por ahí?

¡Muchos saludos a todos! ¡Los queremos!

6 comentarios el “Popurrí de Viajes Comunitarios – 2da parte

  1. Mauri dice:

    Eh, qué buenas anécdotas! Qué ganas de aprender a esquiar! Me alegro mucho de que lo estén pasando tan bien, abrazos desde acá!

  2. Joel Rodríguez (Cuchi) dice:

    Yo quiero ir a esquiar! y de paso conocer la nieve… Ya se que tengo amigos cuasi expertos, eso me agrada. Una abraçada cochis!

  3. Mara dice:

    hey!
    conoci esta bitacora buscando testimonios de argentinos que se hayan ido a vivir a barcelona. soy porteña y tengo planeado eso de acá a 3 años, tambien con mi compañero, ya empecé a estudiar catalán en parte motivada por sus relatos.
    debo decir que llegué hasta aquí porqué me enamoré de esta obra literaria!!
    los felicito y espero su siguiente entrega
    saludos desde buenos aires..

  4. Mara dice:

    el pueblo pide más bitácoras! 🙂

  5. Carito dice:

    Por aca nos quedamos… esperándo la próxima Bitácora!!

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